
Es inevitable pensar en el desgarrador sentimiento de la muerte.
Aunque pasen años, seguirá allí conmigo, en un trágico pesar que se vuelve intrusivo e indomable.
Un soplido de aire que atraviesa mi nuca y despierta en mí aquel escalofriante sentimiento que recorre cada nervio y me lleva a pensar: he aquí donde termina la vida.

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